Los radioaficionados son capaces de transmitir y recibir en las circunstancias más adversas, por lo que la radioafición constituye un medio eficaz de comunicaciones en casos de catástrofe, y así lo ha demostrado la FRC (Federación de Radioaficionados de Cuba) que nos envía un artículo publicado en el periódico Juventud Rebelde el pasado 12 de septiembre en el que se describe con mucha emoción un caso de ayuda inestimable de los radioaficionados cubanos durante el desastre natural que provocó el huracán Irma a su paso por la isla.
Una vez más se cumple el dicho “Cuando todo falla están los radioaficionados”. Queda demostrado de nuevo que toda nuestra tecnología de comunicaciones civiles, red de teléfonos móviles y red telefónica conmutada, no funcionan en una catástrofe de cierta magnitud.
Son innumerables los sucesos de esta clase a lo largo de los últimos años en los que las autoridades se han servido de los radioaficionados como único medio de comunicación. Además de los pasados huracanes y el terremoto de Méjico ocurrido recientemente cabe destacar el terremoto en Nepal, en el que gracias a nuestra colaboración se pudo atender a la población.
Los radioaficionados están obligados a ayudar a las autoridades cuando les sea solicitado, pero no hace falta, ante un desastre se ponen enseguida a sus órdenes y sus instalaciones y servicios quedan a su disposición.
Desde esta mayoritaria asociación se quiere recordar a las entidades locales, principalmente, de la recomendación de la FEMP en su modelo de Ordenanza de Telecomunicaciones en la que se aconseja a todos sus ayuntamientos la exclusión de las estaciones de radioaficionados en las mismas. Algunos ayuntamientos, ya sea por desconocimiento o por exceso de celo, ponen mil y una trabas urbanísticas para que los radioaficionados coloquen sus antenas y no deseamos que se plasme esta negatividad en el caso de que suframos un hecho catastrófico similar a los ocurridos recientemente.
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